La primera de las Metas del Milenio establecidas por las Naciones Unidas llama a erradicar la extrema pobreza y el hambre para el año 2015. Algunas de las otras metas se hallan íntimamente ligadas a este objetivo, puesto que la pobreza impide el acceso a la educación, a la salud, a la vivienda, al trabajo, al ejercicio del derecho a una vida plena, libre para elegir y con posibilidades de desarrollo personal.
La pobreza extrema puede ser vista como un problema de índole cultural y/o económico pero esencialmente es político. Tiene una causal directa en la relación entre las naciones ricas y las pobres o empobrecidas y, en el interior de cada país, en la desigual distribución de la riqueza.
Es por ello que, si bien la ayuda que las naciones desarrolladas puedan brindar a los países abrumados por índices de alto deterioro en el desarrollo humano es un reclamo justo y puede brindar soluciones, éstas sólo serán parciales en la medida en que no se modifiquen las causas profundas que dan origen a la extrema pobreza y al hambre.
Por otra parte, esa colaboración se impone si se quiere sostener el equilibrio mundial.
Los subsidios agrícolas que las naciones de alto desarrollo otorgan actualmente a su producción en desmedro de los países cuyas mayores exportaciones radican en estos productos; las guerras y la polución del medio ambiente que devastan en especial a las naciones más empobrecidas; la imposición de reglas de libre comercio que se traducen en enormes beneficios para quienes tienen un amplio desarrollo y perjudican a los países de bajos recursos, son algunas de las causas de la profundización de la brecha entre unos y otros y la extensión del hambre en el mundo. Los avances científicos y tecnológicos no han sido utilizados para mejorar el ejercicio de los derechos humanos de todos y todas. La humanidad ha perdido la oportunidad de poner el notable crecimiento del saber al servicio de la humanidad y, por el contrario, enfermedades sociales que se habían extirpado han reaparecido o, más aún, han surgido otras, producto de la extrema pobreza y el desamparo en el que nacen y viven millones de personas.
La pobreza extrema puede ser vista como un problema de índole cultural y/o económico pero esencialmente es político. Tiene una causal directa en la relación entre las naciones ricas y las pobres o empobrecidas y, en el interior de cada país, en la desigual distribución de la riqueza.
Es por ello que, si bien la ayuda que las naciones desarrolladas puedan brindar a los países abrumados por índices de alto deterioro en el desarrollo humano es un reclamo justo y puede brindar soluciones, éstas sólo serán parciales en la medida en que no se modifiquen las causas profundas que dan origen a la extrema pobreza y al hambre.
Por otra parte, esa colaboración se impone si se quiere sostener el equilibrio mundial.
Los subsidios agrícolas que las naciones de alto desarrollo otorgan actualmente a su producción en desmedro de los países cuyas mayores exportaciones radican en estos productos; las guerras y la polución del medio ambiente que devastan en especial a las naciones más empobrecidas; la imposición de reglas de libre comercio que se traducen en enormes beneficios para quienes tienen un amplio desarrollo y perjudican a los países de bajos recursos, son algunas de las causas de la profundización de la brecha entre unos y otros y la extensión del hambre en el mundo. Los avances científicos y tecnológicos no han sido utilizados para mejorar el ejercicio de los derechos humanos de todos y todas. La humanidad ha perdido la oportunidad de poner el notable crecimiento del saber al servicio de la humanidad y, por el contrario, enfermedades sociales que se habían extirpado han reaparecido o, más aún, han surgido otras, producto de la extrema pobreza y el desamparo en el que nacen y viven millones de personas.
1 comentario:
Querámoslo o no, todos somos responsables por lo que sucede en el mundo. Independientemente de nuestro ritmo de vida, observamos que un gran número de individuos tiene un nivel de vida desproporcionado y viven como si la pobreza y los países desfavorecidos no existiesen. Ignorar que la mayoría de los habitantes del planeta vive sumida en la pobreza y que millones de ellos mueren de hambre nos confiere a todos un cierto grado de responsabilidad. Basta con interesarse en las causas reales de la falta de armonía existente para tomar consciencia de que debemos pasar a la acción e intentar establecer una repartición justa entre los seres humanos. "Cada toma individual de consciencia puede impulsar a otros a seguir el ejemplo y contribuir en una comprensión colectiva que sea capaz de transformar el mundo entero." (Alex Mero)
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