jueves, 20 de noviembre de 2008

Villa 31, una suma a la pobreza.



Si la existencia de cualquier villa de emergencia es un síntoma de varios problemas, la Villa 31 no sólo constituye en sí misma un problema, sino también un obstáculo para resolver las graves dificultades urbanísticas de la zona de Retiro.

El asentamiento se creó en los 40 para alojar a inmigrantes europeos. Luego se sumaron algunas casillas para los obreros que extenderían el tendido ferroviario. Para 1958 ya había seis barrios. Dos décadas después llegaba hasta Salguero y albergaba a 20.000 familias.


En 2003 vivían allí 2.860 familias, según el censo realizado junto con los delegados de la villa. Con ellos se está consensuando "un plan de urbanización que la transforme en un barrio con servicios, infraestructura y equipamiento, como parques públicos, locales comerciales, atención sanitaria, escuelas. La villa no se erradica: se urbaniza".

La Villa 31, es una villa miseria ubicada en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente en el barrio de Retiro. En el corredor lindante con la Estación terminal de omnibús de Retiro se constituye una feria franca. Recientemente ha sido el foco de una controversia por la construcción de edificios con varios pisos de altura, realizados con materiales precarios y sin las medidas de seguridad necesarias.

El nombre de “la Villa 31” de Retiro, evoca imágenes de pobreza extrema y carencia. Las casas improvisadas, donde viven más de 120.000 personas, son visibles desde los autos que pasan por la autopista a su lado. Detrás de la Villa, a lo largo del horizonte, esta visible la ciudad: edificios altos, brillantes, con carteles como Microsoft, Daimler-Chrysler y el lujoso Hotel Sheraton, contrastan definitivamente con la pobreza en el barrio.

Emma Almirón, una activista apasionada y humilde, ha trabajado con la gente de la Villa 31 desde los 1970s, Empezaron lentamente, reuniéndose cada jueves en lo que Emma describe como un “container”, una estructura de metal que también sirve como la cocina de la comunidad, las mujeres empezaron a tejer.

Petrona Fleitas de la Villa 31 admite, “No tuve trabajo por diez anos. Lo que gano ahora me permite darles de comer a mis ocho hijos.”

El local donde se reúnen esta disponible solo los jueves. Durante el resto de la semana, las artesanas trabajan desde sus casas mientras cuidan a los niños y atienden a los quehaceres domésticos. Emma sonríe cuando cuenta sobre algunos de los maridos que comenzaron a aprender como tejer en casa, en secreto. Algunos de ellos también empezaron a asistir las reuniones los jueves para asistir a los adiestramientos básicos y avanzados ofrecidos por los voluntarios. En la presente situación, van superándose las costumbres tradicionalmente machistas que ven el tejido como un trabajo exclusivamente femenino. Sabiendo que esta inversión de roles tradicionales fue creada por su trabajo transforma la compañía de los hombres en algo excepcional.

Y una villa es un grano infectado que todo porteño ansía sacarse. Y en esa discriminación, el objeto a extirpar no es una villa. Son personas.


1 comentario:

Anónimo dijo...

hay una solucion para erradicar de una vez la pobreza q es el motor de produccion de la llamadas villas de emergencia q de villas no tienen nada y mucho menos de emergencia:este metodo que propongo ya fue implementado con exito notable en la decada del 40 del siglo 20:y son los HORNOS CREMATORIOS...con la tecnologia actual en 5 años desaparece por completo la pobreza del pais,es decir,los pobres,....gracias gracias por los aplausoo