Si bien sabemos que las ciudades son sin alguna duda vulnerables a las crisis y los desastres naturales como la escasez repentina de suministros, pesadas sobrecargas medioambientales o catástrofes de grandes magnitudes, las cuales pueden generar emergencias de gran gravedad. Las consecuencias de los mismos al paso del tiempo se multiplican, tanto como estos se hacen más continuos.
En los últimos tiempos los desastres naturales se han hecho mucho más frecuentes, más peligrosos y han afectado a varias ciudades importantes. Tras investigaciones se logro informar que entre 1980 y 2000, un 75% del total de la población mundial residía en zonas afectadas por desastres naturales.
En 1999 hubo más de 700 desastres naturales con magnitudes que causaron pérdidas económicas por valores en millones de dólares y sin descartar a miles de víctimas. Aproximadamente más del 90% de las pérdidas de vidas humanas a causa de estos desastres naturales en todo el mundo ocurrieron en los países pobres.
Los efectos de los cambios mundiales del medio ambiente, en particular los riesgos relacionados con el clima, afectan desproporcionadamente a las personas pobres y vulnerables, a quienes viven en tugurios y asentamientos precarios (villas) ubicados en laderas empinadas, en zonas con deficientes desagües o en zonas costeras de baja altitud.
Por ejemplo, los asentamientos marginales que se fueron acumulando durante decenios en las laderas que rodean a Caracas, Venezuela, contribuyeron a los devastadores efectos de las inundaciones repentinas y los deslizamientos de tierras, los cuales, según se informó, costaron 30.000 vidas y afectaron a casi medio millón de personas.
El efecto del Huracán Katrina en Nueva Orleans es uno de los casos de desastres naturales más grandes en la historia, el cual muestra que tampoco los países desarrollados son inmunes a desastres en gran escala.
Las sequías, las inundaciones y otras consecuencias del cambio climático también pueden modificar las pautas de migración entre zonas rurales y zonas urbanas o dentro de las zonas urbanas.
Por ejemplo, en 1998 y 2002, las severas inundaciones en la Cuenca del Río Yangtzé en China, causadas por la combinación de la variabilidad climática y los cambios en la cubierta del suelo como resultado de la actividad humana, desplazaron a millones de personas, principalmente agricultores de subsistencia y aldeanos.
Efectos similares es más posible que se citen en zonas de la India, México y otros países pobres. Muchos de esos “refugiados medioambientales” nunca regresan a las zonas rurales de las cuales fueron desplazados.
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